Tecnología en Guerra y Paz: ¿Creador o Finalizador?

Desde los albores de la humanidad, la tecnología ha sido una extensión de nuestras capacidades y un reflejo de nuestras intenciones. Ha permitido cultivar alimentos, sanar enfermedades y conectar continentes. Pero también ha servido para multiplicar la capacidad destructiva de los conflictos y prolongar guerras. Como señala Brian Martin (1999), las tecnologías han sido “herramientas para la violencia” y, al mismo tiempo, “vitales para crear o mantener la paz en una sociedad”. La historia nos recuerda que cada avance técnico es neutro en sí mismo; el uso que le damos es lo que determina si salva o destruye vidas.

Cuando pensamos en cómo la tecnología ha intensificado los conflictos, encontramos ejemplos en todas las épocas. La Primera Guerra Mundial introdujo la artillería pesada y las armas químicas, cambiando para siempre la escala de la devastación. La Segunda Guerra Mundial trajo la bomba atómica, cuya sola existencia redefinió el equilibrio de poder y el miedo colectivo. En tiempos más recientes, la digitalización del campo de batalla y el uso de satélites, drones y redes de comunicaciones en tiempo real han transformado la velocidad y precisión de las operaciones militares, como lo evidenció la Guerra del Golfo y ejercicios como Desert Hammer VI, donde la simulación y la tecnología digital mostraron tanto su potencial como sus límites (Wired, 1994; Wired, 2002; National Defense Magazine, 2017).

Sin embargo, la misma capacidad tecnológica que puede destruir también puede ser usada para preservar y construir la paz. Innovaciones creadas para el ámbito militar han derivado en beneficios civiles de enorme impacto. El radar y los motores a reacción, inicialmente concebidos para la guerra, impulsaron el transporte aéreo y la meteorología moderna; la energía nuclear, nacida en un contexto bélico, se convirtió en una fuente clave de electricidad y en herramienta para aplicaciones médicas. Hoy, tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, el análisis masivo de datos y los sistemas de detección avanzada permiten anticipar crisis, coordinar ayuda humanitaria y monitorear acuerdos de paz con una precisión antes impensable (Nature, 2024; Lieber Institute, 2025).

Este carácter dual, conocido como dual-use, es uno de los mayores desafíos éticos de nuestro tiempo. La inteligencia artificial, por ejemplo, tiene el potencial de optimizar cadenas de suministro y diagnosticar enfermedades, pero también de automatizar sistemas de armas y facilitar ciberataques a gran escala. Estudios recientes advierten sobre cómo el mal uso de la IA podría incluso catalizar escenarios de escalada accidental, con riesgos que llegan al terreno nuclear (Scharre & Lamberth, 2022; Johnson, 2021). Por eso, cualquier avance tecnológico debería ir acompañado de un marco claro de gobernanza, supervisión y responsabilidad.

En este punto, es inevitable reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos como sociedad, empresas y profesionales que desarrollamos, integramos o utilizamos tecnología. La neutralidad no es una opción: todo proyecto tecnológico influye, directa o indirectamente, en la forma en que se organiza y se vive en el mundo. La pregunta no es solo qué podemos construir, sino para qué y bajo qué principios lo haremos.

En 5IG Solutions creemos que el poder transformador de la tecnología debe orientarse hacia la resiliencia, la protección y el bienestar colectivo. Nuestra labor como integradores y desarrolladores no es únicamente entregar soluciones técnicas, sino asegurar que estas sean seguras, éticas y alineadas con objetivos que construyan más que destruyan. Por eso, cada proyecto que abordamos busca no solo resolver un problema, sino hacerlo de forma que genere un impacto positivo, sostenible y responsable.

La tecnología ha sido y seguirá siendo catalizador y finalizador de guerras. Está en nuestras manos decidir si, en las próximas décadas, su legado será más recordado por la paz que ayudó a forjar que por la destrucción que pudo provocar. Si esta conversación te resulta relevante, te invito a seguir explorando juntos cómo podemos aprovechar la innovación para construir el futuro que queremos ver.

Referencias:

  • Martin, B. (1999). Technology, violence and peace. University of Wollongong.
  • National Defense Magazine (2017). Disruptive Technologies to Upend Rules of War.
  • Wired (1994). Cyber-Deterrence.
  • Wired (2002). Peace is War.
  • Maqueda López, M. (2024). Science and technology: a framework for peace. Nature.
  • Lieber Institute (2025). When Technology Meets Humanity: Harnessing New Emerging Technologies to End Conflict.
  • Scharre, P. & Lamberth, M. (2022). Artificial Intelligence and Arms Control. arXiv.
  • Johnson, J. (2021). Catalytic nuclear war in the digital age. Dublin City University.

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